¿Qué es un escorpión: un insecto, un crustáceo? ¿La imagen del peligro, del mal ciego que se oculta donde menos se lo espera? Por una vez, recurramos a la fábula. En una de las muy, muy antiguas, el bicho pide ayuda a una rana (o un sapo o una tortuga) para cruzar un río y vence la desconfianza insistiendo en que no hará ningún daño a quien le sirva de salvavidas porque, como es lógico, nadie se autodestruye. Al final, el escorpión pica a la rana en mitad del río y, mientras esperan el final para ambos, la rana le pregunta en su agonía la razón de su muerte, a lo que el escorpión responde: “Es mi naturaleza”. ¿Existe ese mal incondicional?
Los Escorpiónidos pertenecen a la clase de los Arácnidos, es decir, artrópodos no insectos con un conspicuo aguijón de veneno paralizante o mortal, pinzas de cangrejo y fuertes mandíbulas destructivas; una mezcla óptima para el horror. En la Península el escorpión más común es Buthus occitanus o alacrán; es más temido de lo que se merece, si bien es cierto que resulta agresivo y su picadura dolorosa. Son otros escorpiones los que deben inspirar miedo, como los que provocaron supuestamente cientos de muertes humanas en México (más que las serpientes venenosas) al menos hasta la extensión contemporánea de medidas sanitarias contra el envenenamiento. El ataque de uno de ellos (probablemente el escorpión o alacrán Centruroides exilicauda, extendido por Baja California) causa el desencadenamiento de la tragedia en el relato de John Steinbeck La perla, al picar a Coyotito, el hijo de la pareja protagonista.
...the Song of the Enemy roared in his ears
Novela corta muy conocida en los centros de enseñanza como lectura obligatoria (en español e inglés), La perla nos habla del daño que la codicia trae a la vida humilde; nada mejor, por tanto, que representar el principio del mal inserto en el natural humano mediante el recurso al símbolo del odio sin motivo, de la maldad tan pura que no por familiar nos resulta menos ininteligible: el escorpión. Sin embargo, es justo aclarar que no es el pobre escorpión quien hace el daño, sino las personas que habitan el relato.