El único homínido superviviente en la actualidad (Homo sapiens) es una especie invasora de fácil adaptación a casi cualquier medio que, al contrario que otras, ha conseguido extender junto con su población la de las especies sobre las que depreda, además de sus parásitos. ¿Cuál es el motivo de tal capacidad? Poco dotado físicamente, de complicada reproducción y cierta tendencia gregaria que a menudo obstaculiza el éxito del individuo, se dice que es solo la capacidad cerebral la que ha motivado sus logros, es decir, que como son tan listos no hay quien les tosa. Sin embargo, muchos pensadores opinan que la actitud más inteligente es la de dejarse llevar, no intervenir, no matar... Además, es destacable la mucha fragilidad de muchos de los especímenes humanos más inteligentes.
Otra es la respuesta de Varlam Shalamov, autor de los Relatos de Kolimá, que relatan hechos e impresiones a partir de su estancia en los terribles campos del gulag siberiano durante catorce años, donde sufrió violencia, torturas, frío, hambre y fatigas extremas por delitos de opinión contra Stalin, el dictador soviético de los años treinta y cuarenta del siglo pasado. Viene a decir Shalamov que el ser humano, simplemente, es un animal de una resistencia muy superior a la de los demás, que sigue viviendo cuando los demás seres mueren de frío, enfermedad, hambre o heridas. Somos muy inteligentes, sí, y hacemos muchas cosas que nos elevan el espíritu, pero nuestros antepasados solo resistían y resistían, como nos asombra ver que resisten algunos congéneres sometidos a privaciones horribles.
Esa es una de las causas de la desazón de Primo Levi, otro superviviente, pero este a la catástrofe humana más inteligentemente diseñada dentro de las catástrofes del execrable siglo XX: el holocausto del pueblo judío durante los años de la segunda guerra mundial. Primo Levi escribió una trilogía sobre su infierno y odisea, cuya primera parte (la más infernal) es la famosa Si esto es un hombre, sobre la increíble labor ejecutada por los nazis para conseguir la erradicación del espíritu y la civilización humanas, de las que tan orgullosos estamos. Primo Levi, como otros supervivientes educados y culturizados que recuperaron lo que llamamos altos frutos de la humanidad, vivió toda su vida con un resquemor o vergüenza culpable por haber sobrevivido como animales, de ahí el título de su escalofriante libro de testimonio.
Hay testimonios de mujeres, como corresponde al siglo XX. Tenemos el emotivo relato adolescente del Diario de Ana Frank, pero para hablar de supervivencia recomiendo el relato anónimo de Una mujer en Berlín, sobre el tema del que hablaba más arriba: una mujer culta, urbana e inteligente sobrevive en 1945 a la derrota del régimen nazi, la destrucción de Alemania y, sobre todo, a la brutal invasión de uno de los centros de la civilización europea. Aquí se sufre el absurdo de la arbitrariedad, la omnipresente violencia sexual, el hambre y, sobre todo, la ruptura de toda la red social y moral que nos protege. ¿Por qué esta mujer berlinesa se mantiene anónima a diferencia de los autores mencionados? Porque sabe que debe reintegrarse a la sociedad después de manifestar su conocimiento absoluto de que es la esencia animal la que hace y hará sobrevivir al ser humano, por desgracia para la civilización.